El acervo artístico del BROU está conformado por unas 1300 obras realizadas por artistas nacionales y extranjeros de diversas épocas, distribuidas en las diversas dependencias de la Institución en Montevideo e interior. 

“He sido espectadora de muchos episodios lejanos…”

Léonie Matthis

Léonie Matthis nació en Troyes, Francia, el 13 de mayo de 1883. Desde pequeña demostró gran habilidad artística, ingresando a los 15 años en la Escuela Superior de Bellas Artes de París, donde estudió por diez años, siendo una de las primeras mujeres admitidas en esa institución.

Solía viajar a España, donde se despertó su interés por la arquitectura y la luz, y fue en Granada en 1910 donde conoció al pintor asturiano Francisco Villar, con quien contrajo matrimonio.

Villar estaba radicado en Argentina desde los once años y ese fue el destino de Léonie a partir de 1912.

Viajera incansable por Sudamérica, deja plasmado en sus obras el pasado de muchos de los sitios que visitó y en especial de Argentina y de la provincia de Buenos Aires, su lugar de residencia hasta el fin de su vida.

En 1919 recibió el Primer Premio para Extranjeros en el Salón Nacional de Buenos Aires.

Desde 1920 viajó con frecuencia al norte argentino y en 1939 visitó diferentes regiones de Perú y Bolivia. Impresionada con el paisaje y la historia de Latinoamérica, investigó documentación de época para llevar a cabo sus pinturas, en su mayoría del período colonial y de comienzos de la revolución.

Realizó más de doscientos cuadros de carácter histórico, de gran valor iconográfico y poético, donde el énfasis está en escenas de la vida cotidiana y el aspecto de los edificios en lugar de acontecimientos políticos y militares.

Para la realización de estas obras históricas recurrió al asesoramiento de destacados intelectuales e investigadores, como los historiadores Ricardo Levene y Enrique Udaondo, el escritor Leopoldo Lugones, Mario Buschiazzo, y el sacerdote Guillermo Furlong, entre otros. También se documentó en museos, archivos y colecciones, y leyendo libros de historia y relatos de viajeros, para hacer de su obra un viaje retrospectivo. La artista siempre “se refirió a la recreación del pasado en términos de evocación o ensueño, que precisaba de un estado de sugestión o de gracia que le permitía remontar la corriente del tiempo a la cual había accedido mediante el estudio e involucrarse en la ejecución en el momento histórico que estaba plasmando en su obra” (Sarsale).

Si bien utilizó el óleo en sus primeros tiempos, posteriormente perfeccionó la técnica denominada gouache. Como lo explica Clara Sarsale, del Museo Cabildo de Buenos Aires, “Léonie pintaba con acuarela usando una técnica similar al óleo llamada gouache, que consiste en realizar varias capas con pinceladas con acuarela opaca, y plasmar los colores claros y luces con blanco. Al secarse, los colores ofrecen una tonalidad clara de aspecto opalino. En su paleta priman los colores cálidos, claros y luminosos y sus trazos logran dotar al paisaje de movimiento y vida.”

Otra de las características de su estilo es la ausencia de personificación, prefería la expresión de lo grupal, por sobre lo individual: “Tenía una mirada para captar esos mundos, no con el acento en los personajes, sino en las multitudes anónimas, sujetos difuminados, que hacen al relato de la historia” (Sarsale).

Formó una familia muy numerosa, pero nunca dejó de pintar. Realizó más de cuarenta muestras individuales en diversos países de América y Europa.

Falleció el 31 de julio de 1952, en la localidad de Turdera (provincia de Buenos Aires) cuando estaba realizando una serie dedicada a la vida de Cristo.

El acervo del Banco República cuenta con una única obra de Léonie Matthis, que tiene un significado especial para nuestra Institución. Este cuadro, realizado en la técnica de gouache, representa el antiguo Convento e Iglesia de San Francisco, que estaba ubicado en la esquina de las calles Zabala y Piedras, en la manzana que hoy ocupa la Casa Central del Banco República. Este templo, el más antiguo de Montevideo, era en sus orígenes una construcción muy sencilla. Isidoro de María cuenta su historia en “Montevideo Antiguo”. Por su estado ruinoso, la iglesia de San Francisco fue demolida en 1863, levantándose un nuevo templo muy cerca, en la esquina de las calles Cerrito y Solís.

Crónica del diario “El Imparcial” sobre la exposición “Evocaciones” de Léonie Matthis en Montevideo, 22 de julio de 1930.

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