El acervo artístico del BROU está conformado por unas 1300 obras realizadas por artistas nacionales y extranjeros de diversas épocas, distribuidas en las diversas dependencias de la Institución en Montevideo e interior. 

Pablo Serrano nació el 10 de febrero de 1908 en la pequeña localidad de Crivillén, ubicada en la provincia de Teruel, España. Fue un escultor expresionista con dilatada trayectoria internacional que dejó un legado en América y Europa.

Desde niño mostró interés por el arte, a los siete años fue aprendiz en un taller de escultura de Zaragoza y en su adolescencia estudió talla y modelado en Barcelona.

En 1925 solicita el ingreso a la Congregación Salesiana, y como novicio de esta orden viaja a como misionero a Buenos Aires y luego a Rosario. En 1934 decide no renovar los votos religiosos y al año siguiente se traslada a Montevideo, trabajando en los Talleres Don Bosco, como maestro escultor y en la realización de imágenes religiosas, actividad que al poco tiempo deja para dedicarse únicamente a la escultura.

A partir de 1939 participa en Salones Nacionales, siendo premiado en numerosas oportunidades; obtuvo el Primer Premio, Medalla de Oro en Escultura, en los Salones de 1944, 1951 y 1954.

A este período corresponden también motivos escultóricos en la sede de Casa de Galicia, y diversos bustos en monumentos públicos en Montevideo y en el interior del país: Manuel Magariños Castaños, Dr. Joaquín Secco Illa, Dr. Alfonso Espínola, Artigas, entre otros.

La vida artística de Serrano dio un giro cuando conoció la corriente vanguardista europea, de la mano de sus amigos pintores Joaquín Torres García y Lucio Fontana. Serrano comenzó a construir un estilo propio expresionista, con figuras abstractas que se alejaban de las convenciones de la representación.

Realizó sus esculturas en series, una de las más reconocidas de la época a nivel nacional fue “Los Toros”, piezas de bronce logradas con la técnica de fundición, que destacaron por la pureza de formas.

Sus piezas destacan por sus expresiones más allá de la abstracción y por la originalidad de las formas. Los trabajos de Serrano mantienen una tensión entre espacios, sombras y luces, predominando una fuerza dramática de sello propio.

Sobre 1955 volvió a España. En el mismo año se le otorgó el Gran Premio de Escultura de la Bienal Hispanoamericana de Arte, en Barcelona.

A dos años de su vuelta al país ibérico, Serrano fundó el colectivo artístico El Paso junto a escritores, críticos y pintores como Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés -quien posteriormente contrajo matrimonio con Serrano-. El grupo fue un movimiento de vanguardia de arte abstracto, que propuso una ruptura revolucionaria artística posguerra, caracterizado por la postura crítica ante la realidad y el compromiso con la situación histórica.

Serrano recorrió el mundo con su arte, siendo reconocido con diferentes premios y exponiendo en las salas más prestigiosas del mundo. El amplio abanico de obras de su autoría consta de diversos materiales, técnicas, estilos, figuras móviles, retratos, representaciones y monumentos.

Sus series “Quema del objeto”, “Bóvedas para el hombre” y “Ritmos del espacio”, fueron trabajos valorados por la crítica especializada sobre el final de la década del cincuenta y comienzo de los sesenta. En esos años participó de varias exposiciones en Estados Unidos, entre las que estuvo el New Spanish Painting and Sculpture llevada a cabo en el Museum of Modern Art de Nueva York.

Durante su trayectoria participó de innumerables muestras en más de 15 países. Entre otras exposiciones, fue parte de muestras en la Bienal de Venecia, el Museo Español de Arte Contemporáneo, el Museo Nacional de Arte Moderno de París, el Museo del Ermitage de Leningrado, la Fundación Gulbenkian de Lisboa y el Museo Stedelijk de Ámsterdam. Su última exposición fue en el Museo Guggenheim de Nueva York, cuando presentó la serie “Divertimentos con Picasso, la guitarra y el cubismo”.

Fue galardonado por el Ministerio de Cultura de Francia con la distinción de Caballero de las Artes y las Letras en 1977. Tres años después el gobierno de España lo reconoció con el galardón de Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y en 1982 fue condecorado con el premio Príncipe de Asturias de las Artes, por la trascendencia de sus piezas a nivel mundial.

El artista creía que la escultura era un “medio de expresión que da forma concreta al pensamiento”, que se forma y forja en el trabajo cotidiano atravesado por las coyunturas contemporáneas y las fuentes históricas. De esta forma conjugó expresionismo escultórico, figuración y circunstancias de cada época, enlazando antiguos modelos abstractos con su impronta artística.

Pablo Serrano falleció el 26 de noviembre de 1985 a raíz de un paro cardíaco, en Madrid. El legado de su figura fue tal que, posterior a su desaparición física, en Brasil, Chile, Uruguay, España, Francia y Argentina sucedieron diversas exposiciones en homenaje a sus trabajos. Asimismo, se inauguró el Museo Pablo Serrano en Zaragoza, con 400 obras de su autoría.

En su artículo “El Uruguay de Pablo Serrano”, el escritor y crítico literario Fernando Aínsa explica de esta forma la influencia decisiva de la residencia del artista en nuestro país.

+ACTIVIDADES