En esta fecha queremos celebrar a todos quienes se relacionan con esta expresión artística, por el impacto que tienen en el mundo y su valor dentro de la sociedad.

A todos aquellos que transmiten la música a través de su voz o mediante algún instrumento llegando a quienes la disfrutamos, vaya nuestro reconocimiento.

Porque quizás no la veas pero siempre está, para disfrutarla en todos lados, como y con quienes quieras… te hace reír, bailar, llorar, emocionar… es tu compañía.

En el día del músico, te mostramos otro tono de algunos de los integrantes de RepubliCanto, con el que nos comparten su experiencia con la música en general, y la coral en particular.

 

Este 22 de noviembre celebramos el Día Internacional del Músico, y la ocasión es oportuna para compartir algunas reflexiones acerca de esta manifestación artística.
Los eruditos no terminan de ponerse de acuerdo acerca de una definición de qué es la música (y, en consecuencia, qué “no es” música). Sin embargo, no hay dudas acerca del alcance emotivo que este arte posee: si algo sabemos, es que se trata de un encadenamiento de sucesos acústicos no referenciales que produce efectos afectivos, tan profundos como misteriosos.

 

Y dentro del arte musical, el canto colectivo es una de las manifestaciones más intensas en lo que a conexión espiritual se refiere. No en vano aparece en las más distintas formas en todas las comunidades humanas. Cantar en grupo no es sólo (aunque también) sincronizar las voces, las alturas, los tiempos, sino también los cuerpos, las respiraciones, las intenciones, las almas. Cantar con otro es estar profundamente conectado al otro, es ser con el otro, es construir juntos una nueva entidad en comunidad.

 

En estos tiempos de pandemia la actividad coral se ha visto dramáticamente afectada. El canto coral es sincrónico por naturaleza, requiere cercanía. En pleno siglo XXI, es una de las pocas actividades en las que no ha sido posible desarrollar soluciones tecnológicas que sustituyan satisfactoriamente la presencialidad; simplemente no es posible reproducir los múltiples y altamente complejos procesos que se desencadenan a partir de dos o más personas cantando juntas. Hay un nivel de microtemporalidad y microafinación en la performance, pero también de conexión sensible, que sólo sucede cuando compartimos el espacio y unimos nuestras voces.

 

Paradójicamente, en este contexto de distanciamiento social los coros han tenido una presencia inusitada en redes. De pronto, esta manifestación artística usualmente subalterna en los medios, encontró un espacio de difusión inusitado. Ciertamente, no se trata estrictamente de música coral, en tanto hablamos de una simultaneidad artificial, construida a través de mecanismos virtuales. Pero aún en esos términos, la sola posibilidad de invocar el hecho de cantar juntos, tan profundo y tan intrínsecamente humano, la porfiada insistencia en la búsqueda de la unión entre las voces (y la voz es espejo del alma), significó (y aún significa) un hálito de esperanza que nos recuerda que la vida sigue allí, expectante.
Desde RepubliCanto y desde todos los colectivos musicales, seguimos apostando a ella.

 

Jorge Damseaux

Director RepubliCanto

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